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martes, 29 de mayo de 2012

Otro paso en la autonomía: El control de esfínteres


La adquisición durante la infancia de hábitos de autonomía y limpieza es un signo de madurez evolutiva que marca el grado de independencia del niño con respecto a sus padres. Así, la correcta instauración del uso de utensilios de comida, patrones adecuados de sueño o pautas apropiadas en el vestir tiene, ante todo, un marcado componente emocional y relacional para el niño y su familia ya desde etapas evolutivas tempranas.
Entre estos hábitos se encuentra el control de esfínteres, que es una de las preocupaciones habituales de los padres en los primeros años de vida del niño.

Se estima el periodo comprendido entre los 20 y 30 meses como la edad propicia para iniciar el entrenamiento de la micción, siendo condición indispensable que exista una preparación previa en cuanto:
  • Madurez física: el niño debe exhibir suficiente coordinación motora gruesa y fina para levantar objetos fácilmente y deambular sin ayuda.
  • Madurez del sistema urinario: Funcionamiento normalizado de todas las partes que componen este sistema ( riñones, vejiga...).
  • Capacidad de instrucción: el niño debe tener suficiente lenguaje comprensivo para atender a órdenes compuestas por una o dos instrucciones así como saber identificar las palabras clave (pipí, váter, caca, baño, etc).
  • Situación ambiental estable: abstenerse si se está pasando por momentos negativos como una separación de los padres o cualquier situación que pueda perjudicar negativamente en el estado emocional del niño.
  • Los modelos de control de esfínteres y aseo de los mayores que rodean al niño. Es indiscutible que estos aprendizajes se aprenden más por modelaje e imitación que por consigna.


Los meses anteriores al inicio del entrenamiento es recomendable utilizar verbalizaciones que estimulen al niño para que muestre interés y atención a sus esfínteres, familiarizarse con su orinal o adaptador de váter, podemos registrar las horas de micción así como utilizar cuentos, juegos, recreaciones con muñecos relacionados con el aseo.

A ser posible, antes de empezar  hay que tener en cuenta...
  • Que el niño dé muestras de incontinencia urinaria durante tiempos más prolongados.
  • Que sea tiempo benigno como primavera, verano o vacaciones de los papás.
  • Preparar la casa para posibles accidentes como fundas de colchón, suficiente ropa de cambio, etc.
  • Medios utilizados: orinal o adaptador de váter, deben ser lo que son, NO llamarlo por su camuflaje (patitos, coches, etc.. ). Para el adaptador de váter importante tener un taburete o similar para el apoyo de los pies, ya que si dejamos al niño con los pies colgando su musculatura de estómago y piernas estará contraída e impedirá la relajación del esfínter.



Una vez tenemos todo esto claro... empezamos con el entrenamiento. Podemos marcar cuatro pautas básicas:

  1. Siempre se hará pipí en el baño. No llevaremos el orinal por toda la casa o dónde se encuentre el niño. Tiene que ser él quién se desplace al lugar de referencia.
  2. Una vez quitamos el pañal NO  se lo volvemos a poner más a excepción de las siestas y la noche que lo quitaremos cuándo el control de esfínteres esté más consolidado. Utilizaremos braga-pañal para que se vaya acostumbrando a bajar y subir su ropa interior.
  3. Si anteriormente hemos registrado cuándo hace pipí ponerlo media hora antes de lo estimado. Si no lo hemos registrado ponerlo cada hora – hora y media. No les vamos a preguntar si tienes ganas o no, porque seguro que será que no, le diremos la consigna de: “toca hacer pipí”, “vamos a hacer pipí”.
  4. No deben estar sentado más de 5 o 10 minutos. Si no hace pipí, lo levantaremos sin decir nada (evitar enfados o gritos. Mostrar indiferencia) y lo volveremos a sentar más tarde. Sí hace pipí reforzar mucho con alabanzas centradas en el niño: “¡¡Qué mayor te has hecho!!, “Eres un campeón”. Así siempre que haga pipí.

Esta es la rutina que tenemos que llevar a cabo todos los días hasta que controle los esfínteres de forma continúa. Una vez veamos que los controla, marcar horarios para ir al baño: antes de dormir, de salir a la calle, etc.

Sí ocurrieran accidentes, que es muy probable que ocurran, como que el niño se orine justo después de salir del baño, en el salón de casa, etc... debemos actuar con la mayor paciencia posible, sin chillar ni alterarnos. Lo llevaremos al baño y lo pondremos en el váter u orinal por si tuviera más ganas de orinar mientras le decimos consignas como: “no te preocupes, la próxima vez te saldrá mejor”, “No pasa nada”... Aquí reforzar mucho el acto de bajarse los pantalones o tirar de la cadena, que quede constancia de que algo está haciendo bien.



Control nocturno:

Una vez controlado el control diurno, el propio aprendizaje y maduración del niños hace automáticamente el control nocturno. Cuándo veamos el pañal seco varios días al levantarse, se retira pañal definitivamente. Acostumbrarse a marcar el hábito de hacer pipí antes de dormir así cómo despertarlo a media noche para que haga los primeros días si vemos que amanece con el pañal mojado.

Control intestinal

Dicho control también va ligado al urinario. El niño debe aprender a pedir “caca” y hacerlo en el orinal u el adaptador de váter tal y como lo hacemos con el pipí. Reforzar mucho cuándo se consiga.

Hemos de pensar que No es un proceso sencillo, porque orinar empieza siendo una conducta refleja y la tenemos que “convertir” en una conducta voluntaria.

Autora: Cristina López López, técnico en Atención Temprana de APSA

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