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martes, 1 de octubre de 2013

EL MASAJE DEL BEBÉ: UNA TÉCNICA DE PREVENCIÓN E INTERVENCIÓN EN LAS PRIMERAS ETAPAS. PARTE III. CONDICIONES ÓPTIMAS PARA EL DESARROLLO DEL MASAJE.



Paula Vizcaíno Sánchez. Fisioterapeuta del CDIAT de APSA. Alicante.


En el entorno físico:

-          Ambiente tranquilo y sin exceso de estímulos, sobre todo cuando se trata de bebés hipersensibles, pues es posible que el bebé reaccione arqueándose, volviendo la cara, regurgitando o haciendo alguna deposición. El bebé sabe cuidar de sí mismo y cuando se cansa emite señales de desesperación, cada sistema de su organismo está diciendo “estoy sobrecargado”. Dependiendo de la edad y pero también del temperamento y madurez del bebé podremos ofrecerle uno o más estímulos a la vez: cuanto más pequeño sea, más dificultad tendrá para procesar varios tipos de información simultáneamente, hacia los 3 meses, habitualmente se le puede dar más estímulos a la vez: le podremos tocar, mover, mirar, hablar, poner música. Es muy importante no caer en la sobreestimulación.
-          Luz tenue: debemos tener precaución con la luz del techo que puede haber en la habitación (o p.ej. en el cuarto de baño), a veces el niño gira constantemente la cabeza a un lado si la luz es excesivamente fuerte, lo que provocará una pérdida de contacto visual con la madre, otras, queda “prendado” del estímulo luminoso, perdiendo también en esta situación el contacto ocular con el adulto.
-          Temperatura cálida: para que el niño no se tense, poder recrearnos el tiempo necesario, que las manos de la mamá estén calientes, que se pueda hacer sobre la piel y sin miedo a que el niño se enfríe.
-          Se puede hacer a cualquier hora del día según nuestro objetivo sea más estimulante (por la mañana) o más relajante (por la tarde-noche). Para ello debemos tener en cuenta el ciclo circadiano de liberación de ACTH, cuyo pico máximo se encuentra por la mañana y es menor hacia la tarde-noche.



En el adulto encargado:

-          Posición cómoda: una postura relajada transmite relajación y al mismo tiempo también permitirá hacer una adecuada escucha.
-          Manos calientes.
-          Predispuesto para hacerlo: no debe ser una rutina mecánica sino un momento de placer también para él. De lo contrario, tan pronto como el adulto se distrae mental o emocionalmente con otras cosas, el bebé se inquieta.
-          Receptivo: el adulto también debe estar centrado en las respuestas que le ofrece el niño. Cuando el masaje es sobre todo comunicación, a nadie le gusta hablar con otro y darse cuenta de que no está en la conversación.



En el niño:

-          Predispuesto a recibirlo: sólo puede dársele en la medida en que él está de acuerdo, ningún bebé admite el masaje por el mero hecho de que es bueno para él.
-          Receptivo: cuando son muy pequeñitos debemos realizarlo en lo que se considera estado 4 en la Escala Brazelton: en estado de vigilia, bien despierto, con la carita iluminada, los ojos brillantes demostrando total receptividad. Si se mueve, lo hace de forma contenida, con suavidad. Su respiración debe ser ajustada al estímulo: si es excitante la respiración es profunda, si es negativo, se vuelve leve y rápida. Su disposición a responder debe advertirse en su cara y en todo su cuerpo, todo debe comunicar interés y atención.
-          En posición agrupada: una actitud corporal que lo dirige a la esfera de comunicación, pues todas las actividades de observación, manipulación, creación y relación tienen lugar en la parte anterior del cuerpo. La posición agrupada es una posición de bienestar motor, psíquico y social. Sin embargo, en todas las molestias y patologías infantiles el niño no se enrolla sino que va a la posición inversa, en “extensión”: cabeza y brazos proyectados hacia atrás, boca abierta, espalda cóncava. La edad del niño, y por tanto sus posibilidades de mantenerse con la cabeza en línea media, no debe ser impedimento para lograrlo, debemos usar elementos como una toalla enrollada o el hueco de nuestros pies para proporcionarle la estabilidad necesaria.
-          Entre toma y toma, nunca recién comido ni con el estómago vacío (por el malestar de tener hambre).

 
Para terminar...

-         Entendemos que lo importante es ser tocado, pero si queremos desarrollar al máximo el potencial del masaje infantil, además de tener en cuenta las condiciones descritas anteriormente, debemos reconocer una direccionalidad precisa que favorece la estructuración motriz y psíquica del niño, equilibrándolo.

-         El masaje infantil no debería contrastar con el error frecuente de hacer de forma rápida y mecánica los gestos fundamentales mediante los cuales nos relacionamos con el bebé: darle de comer, vestirlo y desvestirlo, cambiarle el pañal, bañarle... Desde que el niño nace, estas actividades requieren un tiempo considerable. Parecen sencillas, pero contienen una gran riqueza y oportunidad de interacción, podemos y, desde nuestro punto de vista debemos, incluirlas en nuestra maleta de utensilios de “prevención e intervención” siempre y cuando se encuentren bajo los requisitos previos de conocimiento del gesto justo en el desarrollo motriz, psíquico y social y teniendo presentes las diferencias individuales.



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